Alejandro Peláez, un joven que estudia en la escuela de Hostelería de Benahavís, se hace con una beca del prestigioso Le Cordon Bleu

Muchos años de estudio y experiencia en los fogones han dado sus frutos. Alejandro Peláez, un joven malagueño de 23 años, se ha hecho con una de las becas de la prestigiosa escuela de alta cocina Le Cordon Bleu. Un salmón relleno de gelatina de eneldo e hinojo le ha dado el pase a la final del concurso y, en consecuencia, una beca para formarse en esta escuela de cocina dependiente de la Universidad Francisco de Vitoria.

Nacido en Puerto de la Torre y vecino ahora del barrio de Soliva, Alejandro estudió el Bachillerato de Arte y después hizo un grado medio de Cocina en el IES Universidad Laboral. Su amor por la cocina le hizo ser inconformista y, a pesar de trabajar por varios restaurantes, decidió dedicar tiempo a la formación antes de entrar de lleno en el terreno laboral.

La escuela de Hostelería de Benahavís Sabor a Málaga ha sido su último destino, donde está terminando su formación de dos años, que se ha prolongado unos meses, hasta final de año, para recuperar los meses en que el centro estuvo cerrado por el confinamiento. «Yo conocía la escuela Le Cordon Bleu, sabía de su gran nivel, pero desconocía el concurso, del que me informaron mis profesores, que me animaron a participar», afirma.

Alejandro ha conseguido llegar a la final con un plato de salmón al horno, relleno de una gelatina de eneldo e hinojo. Lo acompañó de unas verduras glaseadas, con la típica zanahoria ‘morá’ de Málaga y una salsa de vino. Un plato que sorprendió al jurado y que le ha valido a Alejandro esta beca de formación.

De su abuela y su madre ha aprendido la cocina tradicional, aunque la familia no tiene negocios de restauración. En su etapa de estudiante ha realizado prácticas y ha trabajado en varios restaurantes, entre otros en El Bohío, del televisivo Pepe Rodríguez, y en locales de El Palo, Torremolinos, Guadiaro o el hotel Meliá de Torremolinos.

Adaptado al coronavirus

En este atípico año, el concurso, que celebraba su octava edición, se ha tenido que adaptar a las circunstancias de la pandemia. La final del concurso estaba prevista para abril, y se retrasó a septiembre. Tampoco en septiembre se vio conveniente celebrar el concurso, por lo que la organización decidió dejar vacante el primer y segundo premio, con dotación económica, y dividirlo entre los diez finalistas de esta edición, que recibirán cada uno una beca formativa de 3.200 euros para realizar alguno de los programas formativos que se realizan en la escuela.

De la cocina, lo que más le gusta a Alejandro es la carne, los asados, aunque su mayor ilusión es trabajar en la investigación de nuevos platos. Pero para más adelante no renuncia a tener su propio negocio, en el que la I+D+i se hará un lugar entre la cocina familiar que tanto valora.

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